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¿ELEGIMOS MAL O NOS DAN MALAS OPCIONES?

  • Foto del escritor: omortri90
    omortri90
  • 29 may
  • 2 Min. de lectura

Es costumbre decir que las autoridades que tenemos son fruto de nuestras propias elecciones. Nadie quiere hacerse responsable del desastre, sin embargo, es necesario señalar que gran parte de la responsabilidad recae en los partidos o movimientos políticos.


Nos hemos acostumbrado a elegir sobre un mal menú
Nos hemos acostumbrado a elegir sobre un mal menú

Durante años, nos hemos quejado de contar con malas autoridades, tanto a nivel nacional como regional, y gran parte de esta situación es responsabilidad de quienes "sirven el menú".


Siempre parecen ser los “platos” más perjudiciales los más preferidos. Como si se tratara de un acto de masoquismo colectivo, sabemos que una dieta alta en grasas y azúcares nos traerá problemas, pero en las calles abunda la oferta de productos poco saludables. En política ocurre lo mismo: los partidos y movimientos, en lugar de buscar verdaderos líderes, se han empeñado en seleccionar a “los mejores cuadros” —es decir, aquellos sin mayor mérito, pero sí con mayor conveniencia para quienes manejan el poder.


Hoy, mientras más prontuariable seas (una modificación de la palabra similar a instagrameable), mejor te va. Atrás quedó la época en que los candidatos necesitaban demostrar integridad personal y logros reales. Cambiamos estatuas doradas por ídolos de barro. Ahora, los "méritos" de quienes toman decisiones en nuestra ciudad se resumen en agresiones burdas, amenazas entre autoridades, actitudes matonescas, o en quién logra movilizar más “portátiles”.


Los partidos y movimientos han sido tomados por quienes ansían probar la embriaguez del poder. Sus líderes buscan perfiles “manejables”, sin brillo propio, candidatos sin trayectoria ni aportes concretos, pero útiles para sus fines. No sorprende ver personajes con múltiples denuncias o sentencias, cuya única “virtud” es atraer votos de ciertos sectores.


Eso debe cambiar. Las personas de bien deben recuperar el timón del país y de nuestras ciudades, arrebatándoselo a quienes han capturado el poder como si fueran bandas organizadas. Debemos despertar, y ese despertar debe comenzar desde dentro de los partidos. Empecemos por mejorar el menú.

 
 
 

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